jueves, 7 de marzo de 2013

Vivir con SII, otro capítulo.

La queja también tiene su arte, y como en cualquier otro arte  debemos de buscar un canon, una proporción áurea que nos garantice llamar la atención sin caer en el exceso, justo lo que no estoy haciendo con esta serie de post. Pero mientras intentamos aplicar Fibonacci  a nuestra queja vuelvo a buscar aspectos tangibles, porque sí, hay escalas de dolor, de angustia, de sufrimiento psíquico, de estrés, pero al final son eso, escalas, mediciones. Para alguien con SII no es lo mismo una crisis de diarrea el día de su boda que un domingo en casa agotando las pilas del mando a distancia, y pese a que uno se acostumbra, no deja de  ser complicado enfrentarse a ciertas tareas mientras uno calcula la distancia hasta el wc, imagina su estado ( si es público la cosa está mal) , o intenta sonreír mientras su intestino se contrae y dilata  y le delata...
Pese a estos contratiempos, que en ocasiones han sido leves y en otras graves la vida es eso que transcurre mientras estás haciendo planes, así que sin saber bien como acabas metido en trabajos, relaciones, aficiones de lo más dispar, en mi caso y pese  a mi carácter ansioso siempre me dio por trabajos con responsabilidad social, aficiones a veces estresantes de librar adrenalina, ocupaciones extrañas o en las que quedabas expuesto al público (un escenario por ejemplo)  y mil actividades más que por un tiempo me hicieron pensar era adicto a la adrenalina, aunque alguien lo simplificó llamándome insensato. Trabajar...bueno es por dinero, y sí todos decimos que queremos un trabajo que nos guste, pero si pagan por ir seguro que tiene algo de malo, en la vida pagas por las cosas buenas, así que si te pagan por algo, sospecha. El trabajo es fuente de problemas y estrés  salvo que todo te importe un comino o seas el hijo descarriado del jefe y estés a salvo de todo, así que para muchos con SII, los turnos o el estar en ciertas condiciones (cadenas de montaje y similares) o el dar clases o el permanecer en determinadas áreas ( un gruista a 20 metros de altura) se convierten en tareas titánicas, que además tu colon se encargará de empeorarlas y recordarte quien manda en casa, él.
Sí hay farmacopea, hay gente que toma fortasec( perdón, loperamida) como si fuesen gominolas de ositos, otros todo el día con infusiones cuyas mezclas alcanzan el rango de alquimia, muchos se dan a la medicina alternativa , otros deciden que son celiacos o intolerantes ( o ambas cosas a la vez) otros agotan cosechas de kiwis en seis mañanas, todos luchamos contra ese monstruo interior que te hace enfadarte, avergonzarte , quejarte y muchas veces retirarte de donde crees que deberías estar  y todo esto recorriendo consultas de médicos ( ¡¡Ay Moliere si tu nos vieses!!) y pasando por más pruebas médicas que un cosmonauta bajo la atenta mirada del clásico especialista que susurra que son los nervios, y sí efectivamente son los nervios de no saber donde diablos está el wc en esa maldita consulta, por si tienes que, a paso ligero, aliviar tus males.
NO es tan malo en el fondo, o eso quiero pensar, además cada vez que encontramos por a red algo que dice que es la causa directa de nuestros males se nos ilumina la cara, sonreímos y nos alzamos confiados en la búsqueda del bienestar con una energía que para si la quisieran otros con problemas. Luego vemos que no, que no ha funcionado y de nuevo el cambio de visión, reorganizar el ánimo y evitar el derrotismo pese a que ya sabes que tu trabajo está pendiente de un hilo, el tiempo va pasando, has gastado un dineral en alquimia, has hecho seis dietas en tres años y la asociación de cannabis te dice en un mail que no te pueden ayudar, solo aliviar...cosa que ya sospechabas y por eso te habías comprado una maceta de 15 cm de diámetro y un fluorescente para plantas de interior.
Seguiremos con la farmacopea y las pruebas médicas en otro momento...
 Gracias.

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